sábado, 3 de marzo de 2007

¿HACIA UN NUEVO ORDEN MUNDIAL?


Desde que ostentara el puesto de Alcaldesa en la localidad neoyorquina de Yonkers, Hillary Clinton fue consiguiendo respeto y popularidad en el Estado de Nueva York. Así, se alzaría en 2002, con el escaño de Nueva York para el Senado Norteamericano. Ahora con la reciente renovación de su banca como senadora, quizás haya llegado el momento de que piense en ocupar el sillón presidencial de la nación más fuerte del mundo. Hillary a secas, como es conocida por el pueblo, no ha confesado públicamente sus intenciones de alzarse en lo más alto de la cima, sin embargo, la abrumadora victoria de los demócratas frente a los republicanos, pueden alentar a la ex-inquilina de la Casa Blanca a dar el definitivo paso.
Por primera vez desde hace 54 años, ningún candidato es presidente o vicepresidente, nadie juega con la ventaja de hacer campaña desde la Casa Blanca. En enero, si no antes, empezará el baile de candidatos y según la opinión pública, se espera que la demócrata Hillary y John McCain, el republicano con fama de independiente, declaren sus intenciones.
La demócrata tiene grandes ventajas, como reconocimiento público, dinero y un gran equipo a sus espaldas. Además, dos grandes pesos mediáticos estadounidenses, ya han mostrado su apoyo a la senadora, y han jugado un papel clave en la renovación del escaño neoyorquino por parte de Clinton. Se trata de The New York Times, de capital judío y carácter liberal, y el popular tabloide New York Post, del magnate Rupert Murdoch, de talante marcadamente conservador. El sostén de Murdoch a Hillary, revela para muchos, que el rico empresario ya ha realizado su apuesta para las presidenciales de 2008.
Pero también se enfrenta a grandes inconvenientes. En primer lugar debería luchar fuertemente, según los pronósticos, con un antiguo protegido de los “Clinton”, Barak Obama, senador por Illinois, de 41 años y raza negra, y que aparece en las quinielas locales como el principal adversario de Hillary, cuya supremacía en el campo demócrata era absoluta hasta la fecha. Sin embargo, Obama no quiere, por el momento revelar sus planes, igual que su presunta rival en las primarias del partido.
Por otro lado, el 51% del electorado, según la encuestadora norteamericana Gallup, jamás la votaría. Además del evidente rechazo de la derecha, el desplazamiento de la senadora hacia el centro,( ha impartido una doctrina desde el Senado basada en una gran dureza en política exterior, ha mostrado simpatía con las obras sociales de los centros religiosos, y además ha sido criticada por tener una visión del aborto como una tragedia más que como un derecho), ha desencadenado el rechazo de la esfera más izquierdista del país.
En el lado republicano, el hombre que se perfila es John McCain. El senador por Arizona, que ya entró en la pelea en 2000 con gran éxito hasta que fue aplastado por el tándem Bush-Rove, tiene prestigio y popularidad y para lograr el apoyo de la base religiosa, que no lo reconoce como posible sucesor de Bush, McCain se ha convertido en un fervientemente apoyo a la doctrina política de George W. Bush.
De Confirmarse la apuesta de los demócratas por una mujer para la presidencia de Estados Unidos, y si la suerte de la elección la acompaña y la convierte en la Presidenta número 44 de los Estados Unidos (perogrullo recordar que es la primera mujer) estaríamos ante un nuevo orden mundial, en el que años de lucha en pos de las reivindicaciones de género, parece despuntar sus frutos. El triunfo de Ségolène Royal, convertida en la primera candidata a la presidencia en la historia del Partido Socialista francés, la posible presentación de la senadora argentina Cristina Fernández en detrimento de Kirchner, y la gran baza que representaría Hillary Clinton, para este nuevo orden, parece mostrar una nueva tendencia evolutiva de la política internacional. Las potenciales victorias de éstas políticas, no harían más que unirse a la larga lista de mujeres que ya gobiernan en parte del planeta y que se reparte de este a oeste y de norte a sur del globo. En Latinoamérica, el ascenso al poder de la socialista Michelle Bachelet, sorprendió por tratarse Chile de un país fuertemente conservador. La vieja Europa, en cambio, tiene ya una larga tradición en la paridad de género. Allí, hay varias mujeres ocupando posiciones de poder: la canciller Alemana Ángela Merkel, la presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, la presidenta de Finlandia, Tarja Halonene, o la premier irlandesa, Mary McAlleesen. También España tiene como vicepresidenta a María Teresa De la Vega. África, Asia y Oceanía, no son la excepción, también allí sus países tienen la huella femenina. Así, Ellen Jonson-Sirleaf ocupa la presidencia de Liberia, Luisa Diogo, es la premier de Mozambique, y Gloria Arroyo ostenta la presidencia filipina. La premier de Bangladesh Begur Khaleda Zia y su par de nueva Zelanda, Helen Clark engruesan una lista de mujeres que gobiernan y que año a año incrementa y parece poco desalentadora.
Si Hillary Clinton llega finalmente a la lucha por la presidencia, y alcanzara la meta de la presidencia de la nación entre naciones, EE.UU. se convertiría en el principal valedor del nuevo orden político femenino. Su papel sería esencial para un cambio mundial a gran escala, en el que imperaría presumiblemente una nueva visión, (para bien o para mal), con la que regir el mundo.

Manuel R. Macarro

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