viernes, 21 de diciembre de 2007

De judíos, musulmanes y cristianos

Saltaba esta pasada semana una curiosa noticia ocurrida en el metro de la colosal ciudad de Nueva york. Resulta que un grupo de norteamericanos cristianos con una fe muy agairrada, felicitaban la navidad a una persona que estaba justo frente a la entrada de dicho transporte; curiosamente era un joven judío que amablemente le devolvió la felicitación con un "Feliz Hanuka".
El grupo de jóvenes se enviolentó con el joven judío y le recriminaron que rectificara su comentario, ya que insultaban así el nacimiento del hijo de su Dios, porque los judíos mataron a Jesucristo. El joven espetó que eran sus creencias y que nadie le haría cambiarlas.

Después de esto, puñetazos y patadas por doquier. Este singular marco de acción se convertía en una escena de falsa gallardía que no era más que cobardía: 4 contra uno.
Expectante y avergonzado se sintió un nuevo joven que estaba situado muy cerca de la brutal escena, era un fuerte joven musulmán. Sin pensarlo, saltó hacia los atacantes y logró calmar la situación. Levantó al joven Judío, lo puso en pie y confirmó que se encontraba bien aunque aturdido. Tras esto, el musulmán acompañó a la víctima a la comisaria, y denunciaron el hecho.
Tras encontrar a los culpables, y tomar declaración a esos "hijos de la cruzada cristiana", cinco minutos después ya estaban en la calle.
Patético, el Estado de derecho. En norteamérica se sustenta por una cruz, que los políticos y fuerzas de orden público, utilizan como espada que intenta desmenuzar en mil pedazos la estrella y la luna que con su luz amenazan gravemente su tranquilidad, y lo que es más grave, el resplandor de su propia particular espada.